Es común oír entre quienes trabajan en el “sector creativo” que ya todo está inventado.
Siempre me he preguntado, ¿a qué se referirán con “todo”? a ¿”todo” lo que conocemos? Si es así, ¡claro que está inventado! porque no podemos conocer aquello que no hemos creado. Pero si se refieren a “todo” lo que se puede crear, tal vez están un poco alejados de la realidad.
La creatividad es una capacidad innata del ser humano que le permite generar nuevas ideas o conceptos mediante la combinación de ideas o conceptos conocidos. Entre más distancia parezca haber entre las ideas y conceptos que se combinan más creativo y novedoso será el resultado. De esta manera, un “creativo” puede entenderse como la persona que, explotando su capacidad creativa, consigue, de manera individual o colectiva, generar nuevas ideas, conceptos o resultados.
Si partimos del supuesto de que ya todo está inventado ¿cuál es el rol entonces de la creatividad y de los procesos creativos? Y más aún ¿por qué nos seguimos llamando creativos?
Una de las cosas en las que concuerdan los estudios, definiciones y teorías de creatividad es en que la capacidad creativa del ser humano es infinita. Así, los resultados que podemos conseguir a través de los procesos creativos también son infinitos (el Diccionario de la Real Academia Española define la palabra “infinito” como que no tiene ni puede tener fin o término).
Lo anterior, unido a la definición general de creatividad permite concluir que, afirmar o creer que ya todo está inventado limita la creatividad al llevarnos a pensar que no existe nada más allá del “todo” que conocemos y que, por tanto, no podremos crearlo. Pero, además, pensar que ya todo está inventado va en contra de la naturaleza misma de la creatividad, pues, si la capacidad creativa es infinita, ¿cómo la pudimos haber agotado?
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